Fotografías, dibujos, pinturas e instalaciones. Esta tercera edición con formato multidisciplinario del Salón Tucumán para el Ámbito Nacional generó distintas polémicas, algunas de las cuales se expresaron en la noche del viernes, en una tensa inauguración.
Un grupo de artistas realizó una acción con pañuelos verdes a modo de queja de que ninguna mujer haya obtenido alguno de los premios principales. Así, mientras se anunciaban los ganadores, en tono alto y en coro, leían los currículos de algunas artistas frente a sus respectivas obras. El tenso momento provocó gran incomodidad en funcionarios, parte del público y en el jurado, sobre todo porque la mayoría del triunvirato evaluador era femenino: lo integraron Victoria Giraudo (Córdoba), Ana Martínez Quijano (Buenos Aires) y Pablo Iván Ríos (Tucumán).
1.- Entre los géneros con mayor presencia se advierten las instalaciones. En “Posible no volver”, sobre una base de una sugerente mancha en el muro, Rosalba Mirabella ubicó sus pequeños objetos. Personajes con los ojos cerrados que parecen participar de un ritual, en una actitud de recogimiento. Cruzando el espacio central Rolo Juárez presenta “Bagayero”, con una multitud de objetos y una valija, que atravesó fronteras diversas. Sandro Pereira exhibe “Mantero”, imagen extraída de la vida real, como tantas que se encuentran en el museo. “Recuerdos de La Tablada”, de Daniel Juárez (Buenos Aires) son postales de La Matanza, imágenes de la vida cotidiana, pero es La Tablada. Una tablet integra los diseños y la mesa de taller de Gabriela Abram, una obra que realmente constituye un homenaje al dibujo. En “Los mambos de Guachín”, de Leonel Marchesi, la estética del cómic diseña una escena.
2.- El arte conceptual tiene gran fuerza en dos obras importantes. El primer premio, “Pablo clavó un clavito”, es una composición de irregular geometría. Lo realizó Pablo Guiot utilizando un trabalenguas infantil que sirve para reflexionar sobre el arte conceptual. Algo así como el arte conceptual explicado a los niños, parafraseando a Lyotard. Un clavo en la pared de un museo, se sabe, es toda una acción que no tiene nada de accidental. La otra, es “SPAM”, de El Bondi Colectivo. Un tarro de lata sobre un pedestal, con el nombre de mensaje no solicitado, no deseado y anónimo: SPAM. ¿Todo un aviso para la denominada “institución arte”?.
3.- Fotografía. El trabajo de Pablo Masino se impone en la sala central; nada parece faltar en esa cocina comedor que atrapa la mirada del artista, pero que también expresa por sí. Y en un sector reservado, en blanco y negro, Carlos Darío Albornoz exhibe su “Retrato humano”, una imagen con genitales de los dos sexos. “Luz accidental (1.37)”, de Pablo Zicarello también se encuentra entre las fotografías más destacadas. Y el tercer premio fue para Nicolás Martínez Ribó, con su trabajo “Latencia”
4.- Pinturas. Los retratos a lo Walt Disney se repiten en Hugo Bellagamba, disimulando grietas en ese mundo feliz, de pura fantasía. Un temeroso niño en blanco y negro contrasta con los coloridos personajes de Los Simpson en la obra de Alejandro Contreras Moiraghi. El expresionismo se observa claro en la pintura de Nelson Velárdez. “El narrador de mitos”, de Víctor Quiroga, representa una escena que habla mucho de la realidad, con sus inquietudes plásticas que vienen desde décadas atrás. “Adonde queda el porvenir cuando solo queremos morir” se puede leer en “Tesis del Mundo”, de Alejandro Gómez Tolosa: pintura, objetos y textos están incorporados en esta densa obra, de alto impacto. Mariana Ferrari se hace presente con una de sus imponentes pinturas, en la que la materia se expresa por sí misma, como color y como gesto.
Seguramente los artistas se deben un gran debate alrededor de diferentes polémicas que se plantearon durante el fin de semana en las redes sociales, pero partiendo que el arte no es lo mismo que “la institución arte”. Difícilmente hablen el mismo lenguaje.